martes, 7 de diciembre de 2010

Nota sobre el teatro para niños


Nota sobre el teatro para niños
Me pregunto que es hacer teatro para niños, chicos, pibes, etc… de todas las formas cómo se diga, se encare o se mire la niñez.
A veces pienso en la palabra niño y creo que tengo que hablar de algo importante que deje una gran moraleja y llegue a los corazones de todos etc., etc, etc… Después me digo que no, que en todo caso se va ir dando, y que odio las moralejas.
Entonces pienso en la palabra chico y creo que tengo que hacer algo súper moderno y actual, que haya tecnología, términos actuales. Y me desaliento porque soy muy ochentosa y no me lo puedo quitar.
Y como manotazo de ahogado trato de pensar en la palabra pibe y ahí estoy en problemas porque la palabra pibe me suena a político que quiere acercarse a la gente y habla de los pibes; de los pibes de la calle y muchas cosas más que me confunden y no se me aparea ninguna imagen como diría el maestro Kartún.
Entonces, como siempre y sin darme cuenta vuelvo a mi famoso juguete. El juguete que me guarde y no tiré. Un teléfono, rojo, azul y amarillo. Se le puede poner monedas y tiene disco.
Era mi cumpleaños y mis viejos no iban a estar. Mis hermanas y yo quedamos con mis tíos y mis primos en la casa enorme que tenían en Ramos Mejía. Tocaron el timbre y mi tía me dijo que abra, que era el sodero, y no, era mi teléfono. Un señor me lo daba con una gran sonrisa. Después fuimos al centro de Ramos y me compraron en el cotillón una coronita hermosa y cosas para decorar la torta.
A la tarde, en el jardín de la casa de mis tíos, sople las velas con mis hermanas. Fue el cumple mas lindo que tuve.
Cada vez que recuerdo, este, Mi juguete, se dispara todo:
Cuando ensayaba mi primer obra con mis amigos a los nueve años. Se llamaba “Dona patrona”. De la primera vez que le di un beso a un chico. De cuando en los recreos jugaban al elástico y yo no jugaba porque era un desastre. De cuando estaba muy angustiada y robaba lapiceras a los amigos. De acordarme que siempre jugaba con mis dedos que eran personajes y que caminaban, se sentaban y me obsesionaba porque se vea creíble ( Termine siendo titiritera, vio!)
Y ahí digo ¡zas! ¡Cuanto material!
Cómo se abren los mundos cuando uno se puede conectar con “Ese lugar” donde fluye la creatividad de cada uno, que es única e irrepetible.
En la Zopenca (Compañía de teatro de títeres y objetos que comparto con Guadalupe Lombardozzi) buscamos “Ese lugar” siempre de diferentes maneras. Simplemente, porque es así como nos sale.
“Ese lugar” es uno para Lupe y es otro para mi y después converge en un “Ese lugar” Zopenqueril. En ese tránsito hay encuentros, juego, enrosque, chispas, mates, un hijo que están empezando a hablar y va al jardín, un hijo que está por venir… Por todo esto navegamos y así es que nuestras obras, son tan distintas unas de las otras. Tanto desde las estéticas, las formas y como las contamos.
Es difícil encontrar el camino creativo y más difícil o imposible es tratar de dejar migas de pan, como Hansel y Gretel, para saber volver y repetirlo, asegurándonos que la próxima creación será como la anterior.
Lo que si nos dimos cuenta es que hacer teatro para niños, chicos o pibes es el camino en el que no nos perdemos. El que optamos.
Creo que elijo hacer teatro para chicos porque todavía me falta todo por descubrir; por la cantidad de cosas que ignoro (como dice Marcelo Birmajer) y creo, que haciendo teatro voy a tener la respuesta; porque pude encontrar la manera de seguir jugando toda la vida con mi teléfono rojo, azul y amarillo, discar y llamar a todos.

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