lunes, 29 de junio de 2015

Relato de un parto



El nacimiento del emperador chino
Entrando en la fecha probable de parto me sentía muy ágil y eso me daba todavía más ansiedad, ya que ví embarazadas a punto de parir en donde el rostro y sobre todo los ojos pedían una tregua, un parate, una definición a esta situación. Las abuelas siempre tienen la razón: “cuando estás por parir se nota en la cara”.
Pues yo no.Yo estaba hecha una pelota, pero mi rostro no pedía a gritos:¡A parir se ha dicho!
Una semana antes de que nazca Felipe fuimos a la reunión de parto humanizado, con las Alejandras (obstetra y neonatóloga), con la esperanza que me miren a la cara y me digan, como les dijeron a muchas compañeras de ruta “Mirá tu cara”, “ya estás”, “de esta semana no pasás,”. Pero no. A Karin y a mí nos desecharon inmediatamente. ¡¡Quedamos indignadas por no tener la cara de parturientas!!! Unas horas antes fuimos con Javier al cine y lloré como una desconsolada (¡las hormonas!) se me puso la cara colorada y me dije “¡Bárbaro! Hoy me dicen”
Pero Karin tuvo su changüí, ya que al final de la reunión Alejandra Saavedra la miró y le dijo” ¡¡Se te transformó la cara, se te transformó la cara”!!, “De la semana que viene no pasás” y todos reafirmábamos lo dicho. ¡Enfurecí!
Suerte que con Javier comentamos que íbamos a firmar la escritura de nuestra casa, entonces ahí las dos Alejandras y todos en la reunión opinaron que mi parto iba a ser después de firmar la escritura, “Que un niño viene con un pan bajo el brazo”, “una casa” ¡nuestra casa! La que construimos con nuestras propias manos, en la que nos casamos, en la que iba a nacer nuestro primer hijo.
Al principio, pensé que me lo decían para consolarme o para que bajara el estado de ansiedad en el que estábamos subidos Javier y yo, pero comprendí que era así.
A partir de esto sólo quedaba esperar hasta el miércoles de la semana que viene ¡Casi una semana!
Me agarró un ataque de vitalidad, ligereza, no paraba de hacer cosas en la casa. Javier no pudo ir a trabajar de la ansiedad, nervios y desde que se levantaba hasta que se acostaba recubría los agujeros o rendijas de la casa para tapar el frío (obsesión desde que quedé embarazada); armó el piso para la futura habitación de Felipe, enceró todo el piso de la casa. ¡Estaba todo listo! Hasta había logrado poner cortinas!
Después de firmar contrato fuimos a festejar a un tenedor chino ¡Sentimos reventar! Y volviendo en el bote pensaba que iba ser mi última salida sola con Javi.
¡Esta noche! ¡Esta noche! Nada.
Mi gran miedo era no darme cuenta que llegaba el momento y todas me decían que no me haga problema que me iba a dar cuenta.
Por fin, en la noche que siguió, comenzaron las famosas contracciones con dolor. No era un gran dolor… pero algo era. Llamamos a Ale. Hablo Javi. Ella pidió hablar conmigo, me escuchó la voz y el relato de cómo estaba. Me mandó a descansar, me dijo que quizás estaba empezando el trabajo de parto… que la llame en dos horas, pero que trate de dormir. ¡¡¡¡¡Tratar de dormir!!!!!!!!!!!!!! Termino de hablar con Ale y al instante se me pasaron las contracciones y me dormí.
Me desperté a la mañana y no podía creer que nada había pasado. Pero a medida que transcurría el día mi cuerpo empezó a estar pesado, me sentía muy cansada y efectivamente al mirarme en el espejo ya me veía “la cara de parturienta” pero sentía que ese tampoco iba a ser el día y me agarró desesperación ¡No sabia cuando iba a ser!
Elaboré estrategias para que sea ese día, como por ejemplo: hacer la torta que las Alejandras piden como condición sinecuanon para festejar el parto.
Javier, también desesperado, me invitó a la tardecita a que vayamos a buscar nueces al nogal que está como a tres muelles de casa, así caminaba y provocaba a esa altura vaya a saber qué?
Juntamos algunas. No podía hacer mucho.
Era una bella tarde de otoño que se confundía con uno de primavera, lleno de colores desparramados sobre el verde. Todo se veía muy nítido, el río, el cielo, el sol, la luna… nos sentamos en el muelle a mirar, descansar. Las contracciones se hacían presentes arrítmicamente. Los vecinos saludaban desde sus lanchas haciendo el gesto de ¿Para cuándo? ¿Todavía con esa panza?
Volvimos a casa. Nos miramos ¿y ahora?
Fuimos al taller, Javier empezó acomodar el espacio para hacerme un retrato mientras contábamos el tiempo entre contracción y contracción. Ubicó la reposera, me ayudó a sentarme y le pedí que ponga una música. Puso el partido de San Lorenzo con Víctor Hugo. Debo decir que no es muy fanático del fútbol.
Las contracciones, las contracciones… que cosa loca.
Desparramada en la silla, levantaba un dedo o decía”ahí viene”. El dolor o esa nueva sensación en el cuerpo, venía del fondo negro del cosmos, llegaba a un pico empinado y montañoso y se iba bajando por donde vino.
Cuando se estaban yendo, al principio, me causaban mucha risa. Mezcla divertida de la nueva sensación, los nervios, el julepe.
Visualizaba el sonido de esa pendiente. Me ponía a pensar en la certeza que tenían cada vez que venían; que yo sabía de su llegada antes de que empiece el dolor.
Javi me retrataba y a la vez anotaba la frecuencia. Terminado el retrato, el partido, la paciencia. Llamamos a Ale Avendaño. ¡Otra vez sopa! Escucharme, hablarme muy tranquila y decirme lo más campante que quizás estaba empezando el trabajo de parto. Que me relajara, me haga un baño de inmersión con meliza que hablemos en dos horas. Uy! ¡Buenísimo, tocó el baño! ¡Nos preparamos un montón para esto! Al no tener bañadera Ale nos había sugerido que compremos una piletita inflable y la que conseguimos, que pudiera entrar mas o menos, era una súper fashion: fucsia, ovalada, acolchada en el piso, aros altos.
Me metí como pude ya que en este momento ya se hacía más difícil sentarme o pararme. Estaba entrando en otra dimensión. El viaje se hacía intenso.
Javi, mientras, obsesionado con el frío fue a prender las salamandras: la del comedor y la del taller. Él decía: “prendo para secar, hay mucha humedad”.
Fue uno de los momentos en que me encontré sola con mi estado. Sola es una manera de decir ya que adentro estaba Felipe, un Felipe de mi imaginación de mi sentir, en el que estaba transitando por su primera gran bisagra de la vida, que es nacer. Yo sola, afuera, mirándome en mi piletita fashion fucsia, tratando de relajar, de conectar, de entrar en la marcha que tenía mi ser. Felipe, dentro, recibiendo y rechazando todo el gran movimiento. No se cuanto tiempo paso. Ya iba perdiendo esa noción mientras hacía las OOOOOO famosas que me enseño Cecilia, la profesora de eutonía y que me sirvieron mucho.
Como pude, no sé porqué no lo llame a Javi, salí de la bañadera. No sé si me sequé o que, pero lo que si me acuerdo que aparecí acostada en la cama, escuchando que abajo, Javier estaba con el atornillador arreglando algo de la salamandra. ¡No lo podía creer! Esperé a que se de cuenta que no tenía que estar haciendo ese ruido, que quizás no era mucho, pero en esas condiciones todo es grande. No paró, él estaba también viajando y creía que lo mejor que podía hacer era terminar de hacer unos bordes de madera en la salamandra para que Felipe apenas naciera no se los trague y se lastime. Le pregunté SUTILMENTE si le faltaba mucho y lo que se atrevió a contestar fue:”Sólo uno” (tornillo) “Ya termino”. Era verdad.
Luego, subió, se acostó junto a mí y me abrazó. A partir de ahí perdí parte de mi conciencia. Las contracciones eran ya terremotos, sólo estaba conviviendo con ellas. El espacio y el tiempo perdieron su dimensión. Cosmos.
Sólo sentía conexión con las caricias y susurros de Javier.
Llamamos a Avendaño, y al escucharme nos dijo que llegaba a su casa, se cambiaba y venían para acá.
Una de las cosas por las que no quería estar en una clínica, es que no me iba sentir escuchada y Alejandra con solo escucharme sabía que ya era el momento. No hacía falta monitoreo, goteo ni nada, ni una enfermera que te diga “mamita, gordita…” Sólo escuchar y dejar que el trabajo de parto sea un trabajo y no una banda ancha con la máxima velocidad.
Fuimos pasando por varios temores en el embarazo con respecto a tenerlo en casa:
  1. El frío. Que esté fría la casa. Tapamos agujeros, hicimos el cielo raso. Javier prendió las dos salamandras. Hacía calor.
  2. Que haya sudestada. No hubo.
  3. Que nos atienda a cualquier hora el de la lancha remis y que lleguen rápido las Alejandras.
Al vivir en la isla, nosotros (influenciados por la gente) teníamos miedo que no llegarán a tiempo y que más o menos se me salga el crío.
Pareciera que las mujeres después de parir se olvidan que el trabajo de parto lleva un rato largo y que hay tiempo para todo que no es como en las novelas: Todo veloz, a las corridas, a los gritos y sobre todo agudos, súper peinadas…
Las Ales llegaron a los cuarenta minutos de haberlas llamado.
Javi las fue a buscar al muelle. Fue el otro momento en donde me quedé sola. Volví al planeta tierra y percibí que había viento fuerte, porque los frutos del ciprés calvo caían en el techo de chapa del taller y se hacían escuchar.
Las contracciones se pararon, según Ale Avendaño al contarle, que ellas llegaran es una forma de intervención y también un alivio, seguridad que ya habían llegado.
Las escuche subir las escaleras y que Ale Saavedra comente extasiada y maravillada de “que lindo es el sonido de los frutos al caer”.
Debo detener el relato del parto para contar que cuando las chicas llegan a las casas de las parturientas primero miran y comentan ¡¡las hermosas casas que tenemos!! Como dos tías de barrio van entrando en el espacio creando una atmósfera de confianza y de familiaridad.
Cuando las ví pensé que había hecho la tarea, la torta de brownie con dulce de leche y crema para festejar.
Subí con Ale Avendaño al entre piso para que me revisara y al hacerlo me dijo que tenía ocho de dilatación pero que el bebé estaba muy arriba todavía que iba faltar un rato. Bajamos, Ale contó el parte.
Nos miramos los cuatro y Ale Avendaño me pregunta con toda delicadeza y ternura a donde iban a estar ellas ya que Javi y yo, para el trabajo de parto, necesitábamos intimidad. Nuestra casa, “La Susodichia”, es un gran cuadrado divido en dos por una puerta: de un lado, es la cocina, el comedor con una escalera que da a un entre piso, que es nuestra habitación y que es todo abierto. Del otro lado, el taller de Javi y el baño. Rápidamente e inesperadamente elegí el taller. Una, porque el baño estaba cerca y otra, vaya a saber porqué. El taller no es el lugar más acogedor. Hay una mesa de carpintero, otra con pinceles y pinturas, y objetos y maderas, etc.
Me llevé mi alfombrita, la pelota de efrodinamia y zaleas (son como pañales pero cuadrados para poner en el piso. Parte de la lista que nos dio Ale para tener en el día del “P”).
Javi me preguntó si quería música y sin dudarlo le dije que ponga Liliana Herrero” Litoral-Paraná 2005” que sonó bajito pero sin parar toda la noche. En ese instante comenzó la seguidilla de certezas; ninguna duda de nada, mucha claridad en medio de la oscuridad, como en sueños la música se metía dentro de mi viajes contracteriles, acompañándonos, como fue en todo el embarazo.
Javi acomodó a las chicas le dio un colchón a Ale Saavedra que insistía que estaba perfecta en el piso sobre la alfombra de crochet que tejí en el embarazo “¡Me encanta estar de campamento!”
Ale Avendaño en el sillón. Se las veía cansadas. Venían de parto en parto, de atender niños, guardias, maridos, hijos, mascotas, etc. Y encima al otro día otra guardia. Y ahora estaban en mi comedor que queda en el delta. Cuánta energía!!!!!!!!!!!
Retomando, Javi pone Liliana Herrero, mientras, Ale me hizo escuchar el corazón de Feli. Estaba todo bien. Le comento que sentada en posición de indio y abrazando la pelota pasaba mejor las contracciones y me dijo que no me quede, que me tenía que mover para que baje.
Y como buena y disciplinada alumna que soy, no paré de moverme hasta que parí.
Paseaba, como una gata en celo, por todo el taller. Dada dos pasos, venía la contracción y mi cuerpo y mi voz se transformaba. Las famosas OOOO venían de lo más profundo de la tierra, de los orígenes de la vida. Los sonidos eran graves y profundos.
En ese deambular Javi me seguía y en cada momento que me detenía por la contracción el me abrazaba o me sostenía o me tocaba el sacro y sólo ese acto me daba fuerzas, me confortaba, me daba alivio.
Llegué a ponerme en unas posturas que nunca pensé. Claro, solo dominaba el cuerpo. Por fin y por primera vez en mi vida el cuerpo, el instinto y mi persona hacían lo que querían!! ¡Estaban de fiesta!
A veces, cuando venían las contracciones, iba al baño. Me quedaba en el inodoro, con una mano me agarraba de la pileta, con la otra, tapaba mi vagina con un pedazo de papel higiénico para que no se caiga Feli. ¿Qué loco no? Esa era la última pizca de razón en mí ser.
Estando en el inodoro y acompañada por las manos candentes de Javi sentí que no iba a poder continuar mucho tiempo más; y que no iba a poder con esto que me estaba sucediendo. Mientras lo sentía se lo decía a Javi y en susurros el me decía que me quería, que iba a poder y un montón de cosas más… Y en medio de esos susurros de amor que me traían devuelta, siento una sensación muy fuerte en el sacro. Era tan fuerte esa sensación que ni la puedo llamar dolor.
Ahí fue cuando la certeza se apoderó y dije como pude “¡Llamala a Ale que quiero pujar!” “¡Llamala a Ale que quiero pujar!”. No sé como sabía que quería pujar porque nunca había pujado, pero lo sabía. Javi se quedó absorto por un instante; instante que salió un sonido de mi boca desconocido, más grave que los anteriores; instante que Ale ya estaba en la puerta del baño preguntándome a donde quería parir.
Cuando Ale me hizo esa pregunta lo que me salió decir como una nena con puchero es “¡En el inodoro nooo que se va a caer!”
Entre Javi y Ale me pararon, di dos pasos y rompí bolsa. Explosión acuática calentita.
Mientras pasaba esto yo hacía el relato como Victor Hugo de lo que me iba pasando.
Dimos tres pasos más y la otra Ale ya había puesto la sillita de parto: Banquito de madera con forma de herradura.
Me sentaron. La sensaciones abruptas un poco cesaron o simplemente era todo tan rápido que parecía lento.
Javi y Yo no pensamos que se iba a desencadenar tan rápidamente y no habíamos preparado las cosas para que estén a mano; como por ejemplo: las toallas, los guantes de latex, el alcohol, el banquito para que se siente Ale abajo para recibir el bebé.
La veía a la otra Ale ir y venir como la hormiguita viajera trayendo las cosas que nosotros no habíamos preparado. No sé como lo hacía pero encontraba todo. En un momento quise dar órdenes que vayan a buscar el banquito que en verdad era un tronco, para que Ale se siente y ahí me miró con sus ojos profundos y decididos y me dijo que ya está, que era el momento, que sólo faltaba que Javier se ubique detrás de mi y empezábamos. Al instante se ubicó.
Todo esto que cuento habrá sido unos minutos nada más. Ale me hizo sentirle la cabeza y lo único que atiné decir es “¡Está duro!”.¡Otra vez mi niña interior con puchero incluido participaba del gran momento!
Javier me abarcó, yo me apoye en él y cerré los ojos cuando vino el pujo. Al cerrarlos, en esa oscuridad, sentía como pasaban miles de cosas súper intensas dentro de mí.
Pujé y sentí en mi vagina como una especie de Plop! de Condorito.
Ale me anuncia que estaba la cabeza. La verdad que quería y no quería abrir los ojos me daba un poco de miedo e impresión y a la vez me sentía muy concentrada para abrirlos. Pero los abrí y vi la cabeza y la vi a Ale que me decía con la voz y con sus ojos: sólo un pujo más. En ese abrir los ojos vi que ya me había subido a otra película. Si bien todo era muy vertiginoso todo parecía como en cámara lenta.
Cerré los ojos nuevamente y vino otra vez las ganas de pujar y sentí que lo tenía que hacer con todas mis fuerzas así salía. Y lo hice.
Nuevamente pasamos a otra película, en donde se veía todo en blanco y negro o en tonos de violetas azulados. Y como última descripción peliculil, (esto va para la gente de mi generación) se veía todo como la película de The Doors!
Felipe sale, Ale le da la bienvenida lo levanta para acercármelo. Todos vemos que tiene el cordón umbilical en el cuello. Alguno de nosotros, no sé si Javi lo dice. Yo hacía Sh, Sh, Sh, Sh está todo bien como para calmarme, calmarlo, no sé. Y Ale al instante sin que nos demos cuenta por que realmente, no sabemos como lo hizo, porque fue acto de seguridad, rapidez y eficacia, había desenroscado el cordón y me había puesto a Felipe en el pecho.
Desde que Felipe salió escuchaba por detrás los murmullos o jadeos o un decir muy híper ventilados de Javi diciendo “No lo puedo creer” “Ya salió” “Es hermoso” y muchas cosas más que no tengo ni idea.
Volvamos al momento en que Ale me puso a Felipe en el pecho. En ese mismo instante que Ale lo colocó en mi pecho estaba la otra Ale poniéndole una toalla calentita y así lo hizo varias veces.
A todo esto no lo veía porque estaba todo tapadito, calentito. Lo único que estaba fuera de la toalla era una manito; toda roja con sus uñitas largas inyectadas en sangre.
De golpe me dio ganas de pujar y lo dije. ¡La placenta! Dijo Ale y al instante veo a la otra Ale traer de la cocina una sartén para recibirla. Como les dije no teníamos preparado nada y Ale encontraba lo justo y necesario para la ocasión.
Una sensación de calorcito fue sacar la placenta.
Luego, destapó la toalla y ahí vimos su carita y su cuerpito todo rojo y violeta.
Lo primero que le dije creo que fue “hola lindo” y lo segundo fue “Parece un emperador chino” y me reí.
Javi seguía con sus híper ventiladas palabras, la emoción lo cubría por completo.
Vieron que siempre se dice que los bebés tienen cara de viejos. Si, es verdad, entre lo colorado y lo hinchada que tiene su cara, pero son caras de viejos sabios y arquetipos ancestrales.
Felipe pasó de ser El emperador Chino hasta un indio Ranquel. Pero siempre con alto rango ya que los bebés apenas nacen se convierten rápidamente en emperadores de nuestras vidas.
Subimos a la habitación, me acostaron. Desde el momento que Felipe nació no se separó ni un instante de mi pecho. Al momento que me acostaron Felipe se prendió a la teta. Y así como estábamos Ale Saavedra iba revisándolo, viendo que esté todo en orden y siempre pidiéndole permiso. Esa fue nuestra primera lección con Ale.
En ese momento no me sentí muy bien, tuve un poco de perdidas que Ale con toda profesionalidad lo resolvió en seguida.
Festejamos comiendo la torta que estaba riquísima y reconfortante.
A todo esto se habían hecho las cuatro de la mañana y las chicas a las siete ya tenían que estar en sus respectivas guardias. Entonces decidieron quedarse a dormir lo poco que les quedaban de la noche.
Javi, Feli y yo arriba dormimos también.
Seis de la mañana se despertaron, subieron, me revisó Ale y después la otra Ale pidiéndole permiso a Ale revisó a Feli. Nos dijo un montón de cosas que apenas pudimos escuchar de la emoción que teníamos y a todo le decíamos que si con la cabeza.
Bajaron a desayunar con Javi.
Y antes de irse le preguntaron a Javi si yo también usaba el taller para trabajar y lo que javi le respondió es que lo usaba para parir hijos. Que después de esto no se iba a animar a pintar nada más en el taller!!
Le dijo que yo escribía y desde abajo despidiéndose Ale Saavedra me dijo que escriba el parto y así lo hice.


Calando,dibujando,imaginando e investigando el teatro de sombras, maravilloso mundo de los orígenes.

martes, 7 de diciembre de 2010

Nota sobre el teatro para niños


Nota sobre el teatro para niños
Me pregunto que es hacer teatro para niños, chicos, pibes, etc… de todas las formas cómo se diga, se encare o se mire la niñez.
A veces pienso en la palabra niño y creo que tengo que hablar de algo importante que deje una gran moraleja y llegue a los corazones de todos etc., etc, etc… Después me digo que no, que en todo caso se va ir dando, y que odio las moralejas.
Entonces pienso en la palabra chico y creo que tengo que hacer algo súper moderno y actual, que haya tecnología, términos actuales. Y me desaliento porque soy muy ochentosa y no me lo puedo quitar.
Y como manotazo de ahogado trato de pensar en la palabra pibe y ahí estoy en problemas porque la palabra pibe me suena a político que quiere acercarse a la gente y habla de los pibes; de los pibes de la calle y muchas cosas más que me confunden y no se me aparea ninguna imagen como diría el maestro Kartún.
Entonces, como siempre y sin darme cuenta vuelvo a mi famoso juguete. El juguete que me guarde y no tiré. Un teléfono, rojo, azul y amarillo. Se le puede poner monedas y tiene disco.
Era mi cumpleaños y mis viejos no iban a estar. Mis hermanas y yo quedamos con mis tíos y mis primos en la casa enorme que tenían en Ramos Mejía. Tocaron el timbre y mi tía me dijo que abra, que era el sodero, y no, era mi teléfono. Un señor me lo daba con una gran sonrisa. Después fuimos al centro de Ramos y me compraron en el cotillón una coronita hermosa y cosas para decorar la torta.
A la tarde, en el jardín de la casa de mis tíos, sople las velas con mis hermanas. Fue el cumple mas lindo que tuve.
Cada vez que recuerdo, este, Mi juguete, se dispara todo:
Cuando ensayaba mi primer obra con mis amigos a los nueve años. Se llamaba “Dona patrona”. De la primera vez que le di un beso a un chico. De cuando en los recreos jugaban al elástico y yo no jugaba porque era un desastre. De cuando estaba muy angustiada y robaba lapiceras a los amigos. De acordarme que siempre jugaba con mis dedos que eran personajes y que caminaban, se sentaban y me obsesionaba porque se vea creíble ( Termine siendo titiritera, vio!)
Y ahí digo ¡zas! ¡Cuanto material!
Cómo se abren los mundos cuando uno se puede conectar con “Ese lugar” donde fluye la creatividad de cada uno, que es única e irrepetible.
En la Zopenca (Compañía de teatro de títeres y objetos que comparto con Guadalupe Lombardozzi) buscamos “Ese lugar” siempre de diferentes maneras. Simplemente, porque es así como nos sale.
“Ese lugar” es uno para Lupe y es otro para mi y después converge en un “Ese lugar” Zopenqueril. En ese tránsito hay encuentros, juego, enrosque, chispas, mates, un hijo que están empezando a hablar y va al jardín, un hijo que está por venir… Por todo esto navegamos y así es que nuestras obras, son tan distintas unas de las otras. Tanto desde las estéticas, las formas y como las contamos.
Es difícil encontrar el camino creativo y más difícil o imposible es tratar de dejar migas de pan, como Hansel y Gretel, para saber volver y repetirlo, asegurándonos que la próxima creación será como la anterior.
Lo que si nos dimos cuenta es que hacer teatro para niños, chicos o pibes es el camino en el que no nos perdemos. El que optamos.
Creo que elijo hacer teatro para chicos porque todavía me falta todo por descubrir; por la cantidad de cosas que ignoro (como dice Marcelo Birmajer) y creo, que haciendo teatro voy a tener la respuesta; porque pude encontrar la manera de seguir jugando toda la vida con mi teléfono rojo, azul y amarillo, discar y llamar a todos.

jueves, 10 de junio de 2010

Un Cuento

Una carrera muy especial

Había una vez una tortuga que vivía en un departamento, en un séptimo piso. No conocía nada más que su cajita de cartón, su platito de agua y la casa de su amigo y dueño Damián.
Damián quería mucho a su tortuga.
Todos los días volvía del jardín y apenas llegaba a su casa dejaba su delantal y su mochila en el sillón e iba corriendo a buscar a su tortuga Clara.
-¡Clara! ¡Clara! ¿Dónde estás? Ah! Acá estás! ¿No sabés la lechuga que te compró mami? ¡Con súper poderes! ¡Para que ganes todas las carreras del mundo!-
A Clara le daba mucha gracia que Damián la quiera presentar en una carrera de tortugas y se divertía mucho por las tardes cuando le preparaba la pista, los banderines y anunciaba el entrenamiento para la Gran Carrera.
Así pasaban todos los días, pero los fines de semana Clara se aburría, ya que Damián y sus papás salían a pasear y no la llevaban. Ella quería conocer la ciudad.
Solía mirar por la ventana la plaza de enfrente: veía vendedores de globos, de garrapiñada, nenes jugando a la pelota, nenas que construían castillos de arena para sus princesas, perros saltando de un lado para el otro…
- ¡Como me gustaría estar en la plaza jugando!¡O convertirme en princesa y entrar en los castillos que hacen las nenas!-Suspiraba.
También miraba al cielo y veía las nubes, las palomas y las mariposas que pasaban cerquita de su balcón. Clara volvía a suspirar; deseaba volar como una mariposa.
De golpe una Mariposa se posó en el balcón, miró a Clara y comenzó a revolotear encima de su cabeza cantándole una canción de rock.
Clara maravillada la veía bailar y cantar, como un remolino de colores al sol. Intentó dar un salto como si quisiera volar. La Mariposa al ver lo que la tortuga estaba tratando de hacer, largó una carcajada:
-¡Ja, ja, ja, je, je,je, ji, ji, ji!-
- Mariposa ¿De qué se ríe?-Preguntó Clara enojada.
- De usted, que siendo tan pesada y no tenga alas trate de volar.-
- ¡Sí! ¡¡Quiero volar!! Aunque sea pesada y no tenga alas. ¿Porqué no? Si estoy practicando para correr una carrera, también puedo practicar para volar.-
- ¡Ja, ja, ja, je, je,je, ji, ji, ji!- Rió la Mariposa ¿Una carrera usted?
- ¡Sí! Yo ¿Y qué? ¿Quiere probar o tiene kuiqui? ¡Tiene kuiqui! ¡Tiene kuiqui!- Se burló Clara.
- ¡Ja, ja, ja, je, je,je, ji, ji, ji! Juguemos una carrera.-

Entonces Clara sacó los banderines y con ayuda de la Mariposa armaron la pista. Y sin darse cuenta Clara se estaba entreteniendo como loca.
Enseguida se corrió la noticia de que una mariposa y una tortuga iban a competir en una carrera. Y no tardó en llenarse el balcón de palomas, mosquitos, colibríes y mariposas para presenciar tal acontecimiento.
Clara y la Mariposa, una vez que terminaron de decorar la pista, se pusieron a pensar en el premio para la ganadora: si vencía Clara, un paseo volando por el cielo; si vencía la Mariposa, La Tortuga se convertiría en la baterista de la banda de rock que tenía la Mariposa, ya que su caparazón sonaba ¡¡¡súper bien!!!
La Mariposa sabía que iba a ganar pero ¡Clara era su nueva amiga! entonces le dio ventaja.
Cuando el palomo, juez de la carrera, dio la señal de largada, voló despacito.
La tortuga con sus antiparras de carrera, hacía su máximo esfuerzo por ser rápida pero mucho no lograba. Mientras daba un pasito, la Mariposa podía ir y venir mil quinientas veces pero se cuidaba y volaba a paso de tortuga. Actuaba como que le costaba un montón avanzar y a escondidas se moría de la risa: “¡Ja, ja, ja, je, je,je, ji, ji, ji!”
La Carrera terminó con un empate.
Clara no lo podía creer y saltaba de alegría!!! ¡¡¡Iba a volar!!!
Cuatro palomas y varias mariposas la tomaron de las patas y despacito empezó separarse del piso. La Mariposa se reía a carcajadas:- ¡Ja, ja, ja, je, je,je, ji, ji, ji! Clara, ¡Tenías razón¡ ¡¡Corrés Carreras y ahora volás!!
La tortuga con un poco de chucho y también con gran excitación miraba como se alejaba de su balcón y flotaba en el cielo. Ahora veía la plaza desde arriba, todo le parecía muy chiquito.
Así vio como Damián y sus papás entraban al edificio. Entonces les pidió a las palomas y a las mariposas que la llevaran de vuelta a su casa.
Agradeció de todo corazón a sus nuevos amigos por el paseo y quedó con la Mariposa que los fines de semana se iban a encontrar para ensayar con la banda de rock.

Y así fue, en la semana Clara jugaba y entrenaba con Damián y los fines de semana ensayaban con la banda de la Mariposa convirtiéndose en la baterista del grupo. Cuando en el ensayo tomaban un descanso, invitaban a Clara a volar. Así ¡Conoció toda la ciudad!
Un día Damián le anuncia a Clara que el fin de semana iba a competir la Gran Carrera. Clara se puso muy ansiosa. ¡¡Su primer Gran Carrera!!
Llegó el día de la competencia; Damián con sus papás y con Clara dentro de su caja de cartón, cruzaron a la plaza; ahí se hizo el Gran Evento.
Sus nuevos amigos estaban esperando con pancartas e inventando canciones.
- ¡Hinchada, hinchada, hichada hay una sola! ¡Hinchada la de Clara la demás se quedan piolas!-La que gritaba más fuerte era la Mariposa que estaba en primera fila.
En la plaza los chicos comparaban sus tortugas, algunos le habían puesto zapatillas, otros cascos, Damián mostraba las antiparras doradas de Clara.
La pista era igualita a la que Damián armaba en su casa, con banderines y todo.
Apareció un señor vestido con un smoking y un megáfono en la mano. Todos fueron a la línea de largada. Se hizo un silencio expectante. No volaba ni una mosca (y ni una mariposa)
-¡Preparados… en sus marcas… listos…ya!- Ordenó el del megáfono. Todas las tortugas salieron lo más rápido que pudieron, pero como eran tortugas la carrera fue bastante lenta.
Ahora todos gritaban: chicos, mariposas, vendedores y perros.
Por un momento se atrasó pero al final Clara ganó!
Todos se acercaron a felicitarla y gritaron su nombre.- ¡Clara, Clara, Clara!-. Pero la cosa no terminó ahí.
El señor del megáfono le entregó el premio “Una receta de cómo preparar una ensalada de lechuga” y anunció a una banda de rock muy especial. La tortuga miró a la Mariposa como preguntando qué pasaba. Ella le guiñó un ojo y subió al escenario con sus músicos. Estaban El Palomo guitarrero, el mosquito trompetista y Clara en la batería. ¡Fue todo un éxito! Papás, mamás, nenes y todos los animales de la plaza se pusieron a bailar al son de la música.
Damián no podía creer lo que veía. Su tortuga también era la ¡baterista de una banda de rock! Cuando terminó el recital se abrazaron. Y sin darse cuenta Damián y Clara empezaron a volar.
Y colorín, colorete este cuentete de la Mariposa y la Tortuga se ha termidadete.

lunes, 22 de junio de 2009

Natalia Bindemaister



Mi nombre es Natalia Bindenmaister

Mi apellido significa maestra de atar o el oficio de atar y como bien dice mi apellido me dedico a atar o unir el cóctel de lo que soy y vehiculizarlo en un hecho teatral. 

Trato de juntar las pasiones que me mueven y me impulsan a seguir buscando y creciendo como artista y persona. 

Me Egrese en la Escuela de titiriteros del Teatro General San Martín. Investige con Ana Alvarado en Teatro de objetos.Me forme como dramaturga con Mauricio Kartun y Ariel Barchilón. Estudie actuación con Rubens Correa y Javier Margulis. Entrene y me capacite en teatro antropológico en el teatro El Baldío. Se capacite en Antropología Musical con Iris Guiñazú.Dirigi y escribi “Colores Primarios”, “La venta en espera”, “Una historia con barriletes”, “Soluciones para dormir S.A”, “La Venta en Espera” entre otros.Participe con la Compañía La Zopenca en el VII Festival Internacional de Acciones Escénicas FIAE 2009. Lima Norte – Perú, Festival Internacional de Teatro QOSQO 2009. Cuzco Perú, Festival Corredores Teatrales de la Provincia de Buenos Aires, 2005, Quinto Circuito Nacional de Teatro Infantil y el Macau Arts Festival 2012, Chinahttp://lazopenca.com.ar/Soy educadora de arte, teatro y de teatro títeres para nCasa de Fortalecimiento Familiar y Comunitario https://www.facebook.com/caffyc?fref=ts
También realizo capacitaciones docentes, adolescentes y adultos.